Capítulo
dos: Preparando una cita con la comida.
-
¡Ya te dije que no, Lussie! - gritaba
una chica de diecisiete años, con una tez muy pálida, un cabello muy largo y
negro, y unos ojos grises perlados. Estaba discutiendo muy enfadada, mientras
se ponía su uniforme del instituto; pero extrañamente no había nadie más en la
habitación, solo su imagen reflejada en el espejo en el que se observaba, o al
menos eso pensaría la mayoría de la gente, porque lo cierto es que el reflejo
que podía vislumbrarse en el espejo, no se trataba en absoluto de ella, si no
de su hermana Lussie, quien tenía una larga cabellera dorada como única
diferencia de su hermana.
-
¡Por favor Eimily! Si no voy hoy, él ya no querrá verme más... ¡Es muy
importante para mí! ¡En verdad lo quiero! - lloriqueaba la joven rubia, que
podía verse en el espejo.
-
¡Ya te dije que no iré a tu cita con ese humano tonto! No entiendo como puedes
tratarte con ellos, ¡tú definitivamente no eres normal! Además, lo siento pero
tengo que ir al instituto, solo tengo doce horas este cuerpo y no las usaré
para tu beneficio, desperdicia tus doce horas jugando con humanos, si
quieres... - se negó rotundamente Eimily.
-
Eimily, por favor, sabes que no te lo pediría si no fuese importante - insistió
la rubia, ya con lágrimas en los ojos.
-
Lussie, escucha - dijo la chica de cabello azabache - Tú asististe al instituto
hoy, en el horario intermedio, como de
costumbre, y usaste el resto de tus doce horas para ir de compras con tus
amigas, pero yo aún no he ido al instituto, y créeme, el horario nocturno es
mucho más duro, así que, repito: perdona pero no puedo utilizar mi tiempo en ir
a tu cita con ese tonto humano - concluyó Eimily, furiosa, mientras miraba
fijamente a la chica rubia en el espejo.
-
¡¡Eimily!! - chilló Lussie - Hagamos un trato, ¿si? - propuso, mientras Eimily
fruncía el seño, ya estresada por el berrinche de su hermana gemela - Si tu
asistes hoy a mi cita con Thomas, y te haces pasar por mí, yo te prometo que no
le diré a Samuel que te gusta - rió Lussie.
-
¿Me estás amenazando, Lussie? - preguntó Eimily, indignada.
-
Tal vez... Ya sabes, Samuel y yo somos mejores amigos, él sin duda va a creerme
si le digo que te gusta, y... ¿qué crees? Seguro que se reirá de ti, porque...
ya sabes, él es tan popular, tiene a todas las vampiras de la región muertas
por él, seguro que ya le echó el ojo a alguna - se burló la rubia.
-
¡De acuerdo, iré! Pero con la condición de que cierres el pico - dijo Eimily
enfurecida.
-
¡Bieeeen! - festejó Lussie, victoriosa.
Eimily,
resignada, se dirigió al ropero para cambiarse la ropa; se puso unos jeans
oscuros ajustados y una bonita blusa negra con una mariposa roja en el frente.
Fue entonces cuando volvió frente al espejo para preguntar a su hermana el
lugar donde había quedado en encontrarse con el humano.
-
¡Que horror Eimily! - chilló ésta, al verla - ¡No irás a mi cita vestida así!
-
¿Qué tiene de malo mi ropa? - reprochó
Eimily, ya entrando en un ataque de ira.
-
¡No conquistarías a un hombre con eso, ni si quiera si fueras la única mujer en
el planeta! Te pondrás la ropa que he apartado para tí, se encuentra en mi
cajón.
Eimily
resopló, exasperada, y abrió el cajón de su hermana retirando todo lo que
contenía.
-
¡No, no, no, no, no! ¡No! ¡¡NO!! - gritó de pronto - ¡Ni sueñes que me voy a
poner esta porquería! ¡Prefiero morir antes que parecer un algodón de azúcar,
color rosa - espetó, escandalizada.
-
Eimily, ¿es que acaso quieres que Samuel se entere de que cierta chica se
siente atraída por él?
-
Pero... Yo... - intentó reprochar Eimily, pero se detuvo a sí misma, y comenzó
a ponerse el vestido, sintiéndose ridiculizada, desconocida y muy poco original
- Te odio... - susurró.
El
vestido que su hermana le había apartado era rosa, tenía una falda de gasa, con
bolados, y un corsé bordado y con encaje. y como si fuera poco, junto con el
vestido halló una peluca rubia, idéntica al cabello de su hermana. Cuando
estuvo lista, volvió a enfrentarse con el espejo.
-
¿Feliz? - preguntó con bronca.
-
¡Por supuesto! Ahora si pareces una chica, que bonita te ves, estás idéntica a
mí - dijo Lussie mientras sonreía - Debes ver a Thomas en el restaurante
Mihatsu, a las veintidós en punto, ¡no vayas a llegar tarde! Y espera, que te
leeré el mensaje que me envió, por si te llega a sacar el tema - le informó a
Eimily sin permitirle hablar, y comenzó a leer:
-"Lussie,
escucha, hoy a las veintidós... ¿Te gustaría que nos viéramos en el restaurante
de Mihatsu para cenar? Yo invito. Y, si hoy me rechazas, que ya sería la vez
número nueve (porque supuestamente siempre tienes algo para hacer) ya no
volveré a intentar, prometo que no volveré a invitarte a salir si dices que no.
Avisame, ¿si? ¡Saludos! - concluyó Lussie.
-
Entendido, jefa, ¿desea alguna cosa más? - preguntó con una sonrisa sarcástica
Eimily, ya estaba muy enojada.
-¡Si!
Se buena con Thom, y pase lo que pase ¡ni se te ocurra besarlo! Él es mío.
-
No te preocupes, créeme que no me interesan los humanos, y mucho menos los
niñitos consentidos como él - aseguró Eimily, ya tomando la cartera rosa de su
hermana, para marcharse - Lo que no entiendo es... ¿por qué simplemente no lo
invitas a salir en el día? Ya sabes, de ocho a veinte, en el horario en el que
tú manejas el cuerpo.
-Es
que... A mí me da mucha vergüenza invitarlo, y además las chicas no deben
invitar a los chicos, es patético. El verdadero problema es que él siempre me
invita en la noche, y entonces siempre respondo que estoy ocupada... Rezando
porque algún día se le ocurra invitarme temprano, pero con el mensaje de hoy,
simplemente no podía no ir, porque si no lo perdería para siempre - explicó
Lussie a su hermana, algo decaída - Pero bueno, ahora no hay tiempo para
charlar ¡debes irte o llegarás tarde! Ya son las 21:30, apresúrate - concluyó
finalmente, y Eimily se dirigió al restaurante, con un terrible desprecio por
su hermana latiendo en su interior, y con un hambre bastante irracional para el
poco tiempo que hacía que no se alimentaba.
-
¡Maldición, lo que me faltaba! Ahora debo salir con la comida - dijo Eimily
para sí, mientras salía del bosque en el que tenían su aldea
"privada" los vampiros, y se dirigía hacia el lugar donde su destino
la aguardaba...